Entrevista con Sofia Amaral, apasionada de los cánones de belleza femeninos

En el mundo del espectáculo, el ingreso en una escuela militar suele considerarse un castigo para los niños revoltosos, pero Sofia Amaral, de 19 años, no sólo considera que el ingreso en el Colegio Militar de Brasil, su país natal, fue una de las mejores decisiones que tomaron sus padres, sino que los admira por ello.

"Creo que es la mejor decisión que han tomado para mi vida porque tomaron la decisión de ofrecerme mejores oportunidades, acceso y cosas así porque la escuela militar aquí en Brasil es mejor que muchas escuelas públicas", dijo Sofía. "No podían pagar una escuela privada, pero el Colegio Militar me ofreció las aptitudes que necesitaba para competir en la sociedad. Además, estudiar en una escuela pública me mostró la importancia de seguir luchando para promover una educación accesible a todos."

Como sus padres fueron los primeros de la familia en licenciarse, Sofía siempre los ha considerado modelos a seguir. " Mis padres son dos personas a las que admiro de verdad, no sólo porque fueron la primera generación de su familia en graduarse en la universidad, sino porque hicieron dos carreras que en aquel momento no se consideraban realmente valiosas, y siempre me dejaron seguir mi camino", dice Sofía. Su madre se licenció en psicología y ahora trabaja en una universidad pública, mientras que su padre es profesor de geografía en un colegio público. Sofía también se inclinaba por la enseñanza, hasta que su experiencia en el campamento de entrenamiento de LALA amplió sus horizontes.

"Siempre me han apasionado los deportes y pensé que después de graduarme querría ser profesora de educación física", dice Sofía, "pero después ir al bootcamp de LALA en São Paulo cambió mi perspectiva al mostrarme cómo el deporte puede tener un impacto más profundo en la vida de las personas. Así que empecé a pensar en cómo involucrarme con el impacto social a través de un enfoque deportivo porque he visto el tremendo impacto que ha tenido en mi vida." La pasión de Sofía por el deporte empezó cuando era niña con el judo y el fútbol. A través de esas experiencias, se dio cuenta de lo difícil que podía ser para las mujeres practicar deportes dominados por hombres, lo que no hizo sino aumentar su pasión por generar impacto a través del deporte.

Al llegar a la escuela militar, Sofía empezó a practicar orientación, un tipo de competición de pista compleja en la que los atletas disponían de un mapa y una brújula para navegar por terrenos desconocidos. Este deporte le proporcionó nuevas experiencias sin parangón, como viajar a Uruguay para competir en el Campeonato Sudamericano de Orientación. " A través de la orientación, pude viajar, competir y comprender mejor y ver el impacto que el deporte puede tener en la vida de las personas", dijo Sofía. "Practicando este deporte en el Colegio Militar, pude comprender que la educación es algo más que lo que ocurre en el aula. También consiste en salir de la caja y vivir experiencias". Estas experiencias son parte de por qué Sofía estaba tan agradecida por el Colegio Militar, a pesar de las ideas equivocadas que otros tienen sobre asistir a una escuela militar.

"Lo que me dio el Colegio Militar fue más que educación", dice Sofía. "Me dieron oportunidades de seguir mis sueños y de vivir cosas que no podría vivir si me hubiera quedado en mi otra escuela. Por ejemplo, llegar a trabajar en el club de estudiantes, que ayuda a representar a la población estudiantil, me dio la experiencia de aprender a tratar con estructuras de poder como la administración."

Aunque rechaza las críticas generales sobre la escuela militar, reconoce que no es perfecta. "Puedo reconocer lo que me dieron, pero no están exentos de críticas. Ese es el punto principal cuando hablo del sistema militar", dice Sofía. "No se nos permitía hablar de política ni de movimientos sociales, y eso es lo decepcionante del ejército: Nuestros comportamientos y discusiones están censurados".

Sofía está entusiasmada por embarcarse en otra experiencia educativa única en la Academia LALA, que financió parcialmente a través de una tienda de bikinis que creó llamada CORpo, que también está relacionada con un tema social que le apasiona: los cánones de belleza de la mujer. "No quería limitarme a vender bikinis. También quería hablar de los cuerpos, de cómo nuestra sociedad juzga los cuerpos y te hace pensar que necesitas tener un 'cuerpo perfecto' aunque no exista", dice Sofía. "Así pude combinar mis esfuerzos de recaudación de fondos con algo que realmente me apasiona".

Sofía espera continuar el proyecto una vez finalizada la Academia, además de seguir la dirección que decida que es la adecuada para ella.

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