Homenaje a Fernando Sierra

Fernando Sierra, cuya prematura muerte la semana pasada a los 29 años, nos conmocionó a todos. Pero su vida fue bien vivida, y la ex alumna del CLB Cristina Botero comparte con nuestra comunidad más sobre su mejor amigo y por qué es un modelo a seguir para todos nosotros.

Fernando nació en Colombia y se formó como economista en la Universidad de los Andes. Siempre se caracterizó por ser un ávido aprendiz con una curiosidad insaciable, lo que le llevó a realizar cursos en Berkeley, Draper University y Stanford, todos ellos relacionados con la tecnología, la inversión y los negocios.

A los 29 años, Fernando cofundó dos fondos de capital riesgo: INVX e Invictus Capital, y tres empresas: X Consulting, Alpha Growth LATAM y Blockchain Center Colombia. También fue reconocido como un visionario a la hora de descubrir start-ups de alto potencial en América Latina, invirtiendo en empresas como Rappi, OFI, Tpaga, Escala Educación y NXTPlabs. Algunas de estas start-ups fueron incluso aceptadas en Y Combinator y ahora reciben financiación directamente de Silicon Valley y fondos internacionales.

Además de su impulso empresarial, Fernando fue un activo líder social en temas de desarrollo en la región. Formó parte de la delegación colombiana para la 70ª Asamblea de las Naciones Unidas en 2015, donde tuvo lugar el lanzamiento oficial de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y fue invitado a formar parte de la Bolsa de Competitividad de las Américas organizada por la OEA. Por último, pero no menos importante, fue Director Regional de Kairos Society, la mayor comunidad de emprendedores de alto impacto a nivel mundial, liderando su lanzamiento en América Latina y siendo uno de sus mayores logros.

Fernando tenía un reto muy claro en mente: demostrar el potencial de América Latina para el mundo orquestando una conexión entre los académicos, el sector privado, el sector público y los inversores, creando una sociedad ideal que permitiera que el emprendimiento se convirtiera en el motor del desarrollo no sólo de Colombia sino de toda América Latina. Creía firmemente en el poder del emprendimiento como principal motor de generación de oportunidades y desarrollo para toda la región y quería promover la adopción temprana de la tecnología, especialmente blockchain. Su misión siempre fue inspirar a tantas personas como fuera posible para lograr grandes cosas y comenzar a resolver algunos de los desafíos más apremiantes de la región.

Fernando siempre se caracterizó por ser un apasionado obsesivo de los temas que le importaban, por tener una gran capacidad de análisis y por ser un ávido aprendiz que siempre quería ampliar sus conocimientos y aprender de las mejores personas e instituciones. No sólo quería aprender por sí mismo, sino que quería difundir el conocimiento entre quienes le rodeaban. Tenía una habilidad única para hacer amigos. Era encantador y siempre se le conocía por ser el alma de la fiesta. Tenía una personalidad fuerte y perseverante, terca y alocada; sin duda, un visionario.

Hace no más de dos semanas, hablábamos de lo que estaba haciendo. Me dijo: "mis sueños son más grandes de lo que a veces yo mismo puedo entender, y me encanta sentir que, con todo lo que hacemos, me doy cuenta de que estamos construyendo algo mucho más grande que nosotros mismos, algo que trasciende y que será muy valioso para la sociedad. Mi satisfacción viene de lo único que importa: el impacto".

Hoy mi mejor amigo, mi mayor modelo a seguir, se ha ido de este planeta, pero para él, es un enorme regalo. Creo que se fue por una razón: este mundo le quedó chico, y como su misión es impactar, puedo decir con total certeza que su legado es infinito. Somos nosotros, los jóvenes de América Latina y del mundo, quienes tenemos el enorme desafío en nuestras manos de honrar su arduo trabajo y hacer realidad todo lo que él quiso lograr.

Este artículo ha sido escrito por Cristina Botero, alumni del CLB 2017.

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